El problema educativo es el comienzo

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El problema educativo es el comienzo.  El niño/alumno es creatividad, emoción, impulso natural y libertad (en definitiva no es lineal), aprender es una ruptura en su vida y el profesor puede caer en rutina disfrazada de comienzo porque cada clase/grado solo se cursa una vez (año, semestre, cuatrimestre…), y esta rutina se apoya en lo organizativo, en el curriculum o simplemente en una nueva generación, los profesores caemos en rutina.

Entonces el problema de la educación es el necesariamente comienzo que parte de lo artificial (situación educativa) para llegar a lo natural, por lo tanto se convierte en problema del profesor, y por tanto en problemas sistemático del sistema educativo crear comienzos homogéneos en el proceso de enseñanza aprendizaje, ya que no hay manera de saber si un hombre o mujer es superior o inferior antes de una serie de exámenes que deben basarse en idénticas oportunidades de acceso  a la educación (Saavedra, 2013), por comienzo homogéneo se podría evitar causalidades sin posibilidad de mejora real, para encontrar causalidades de mejora real, es decir en el comienzo de igualdad de condiciones, permite mirar atrás para encontrar causalidades/diferencias  de por qué alguien ha hecho algo mejor que otro. 

Aquí entra de nuevo en juego la diferenciación, entre alumno docente, una diferencia que sin duda constituye al propio sistema educativo dentro del aula, la enseñanza comienza de nuevo de clase en clase (Luhman, 1996), así como nuestro sistema orgánico es autopoiético generando nuevas células de la piel cada dos semanas, la educación debe ser autopoiética generando clases nuevas cada clase, generando comienzo homogéneos tanto para el alumno como el docente y no solo para el alumno o solo para el docente,  independientemente de la experiencia que se pueda generar por la rutina, por el currículo que se genere cada año, el quehacer docente debe autogenerarse de acuerdo a las operaciones internas del aula, a manera de asimilar mejor los contenidos, la clase no puede convertirse en un ciclo circular, sino en un ciclo espiral, un proceso educativo que se construye a sí mismo homogéneamente en cada comienzo, en donde la finalidad se convierte en intencionalidad orientadora para el proceso de enseñanza aprendizaje que genera expectativas, más no finalidades, manteniendo abierto un horizonte de posibilidades garantizando la capacidad de conexión entre pensamientos (Corsi, Esposito, & Baraldi, 1996), ya que llegar a la finalidad no convierte al alumno en mejor o peor, tampoco se puede obviar el fin, pero si la educación se basará solo en los resultados estaríamos concibiendo al sujeto que aprende como una máquina trivial, que cumple domina ciertos contenidos, los aprende, pero no aprehende al mundo.


Entonces el proceso educativo, o la secuencia pedagógica-didáctica, pueden verse como un sistema comunicativo en donde comienzo y fin, son correlativos y producen al proceso de enseñanza-aprendizaje, el comienzo produce diferencia o homogeneización, el fin produce previsión y esta diferenciación delimita el SER diferente, alumnos distintos dentro del sistema educativo independientemente de las estructuras (rutina, curriculum, estándares…) del sistema cerrado se puede llevar  al mismo sistema cerrado a un sistema creativo abierto, a su ciclo límite (Briggs & Peat, 1999) circular, para convertir el ciclo en espiral de constante renovación formando un proceso educativo abierto, renovado y vibrante basado en la diferenciación, en la diversidad y la creatividad.

Extracto de Ensayo

Reflexión. Teoría de sistemas de Niklas Luhmann y el sistema educativo

Fuentes de consulta

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